jueves, 5 de noviembre de 2009

Chefs al rescate


Ahora que el Presidente propuso el impuesto para ayudar a los pobres, yo me sentí mal. Será porque no le tengo la más mínima confianza no a él, sino a las huestes del poder que supuestamente se dedican a administrar el dinero del país para hacerlo llegar a los mas necesitados.


Me puse a pensar, que confío mucho más en las acciones de tantísimas organizaciones altruistas que ayudan a la gente. Hacen un evento o una subasta y los asistentes cooperan gustosos porque tienen la confianza de que ese dinero, mas seguramente que si se da al gobierno, llegará al destino que se presume.

Por eso el pasado domingo me encaminé a la explanada de la Universidad Anáhuac del Sur, para ser testigo del evento anual de “Chefs al rescate” en donde participan gustosos un grupo de reconocidos chefs de la ciudad, haciendo algunas de sus recetas para que muchos pasemos una tarde deliciosa y a la vez, que es lo más importante, se junte nuestra contribución para ayudar a las mujeres indígenas.

El esfuerzo de estos 12 chefs, junto con la colaboración de los que fuimos a la kermés, se va al cien por ciento y directo a Medicina y Asistencia Social A.C. (5271- 5171, info@mas.org.mx) que ayuda a mas de 200 familias de la zona montañosa de Guerrero mediante programas integrales de salud, nutrición, educación y proyectos productivos para que comercialicen sus creaciones textiles.

Bien, el ambiente es cordial y de fiesta. Yo fui con mi querida amiga Ruth, que como siempre llevaba a otras personas, algunas del extranjero y otras de aquí y nos acomodamos en dos mesas. En la mía, estaba una guapa francesa, hablando un perfecto inglés y español, con una gran bolsa en donde traía algunas copas Ridel y un delicioso tequila recién lanzado llamado Casa Dragones que, a pesar del nombre, nadie que lo probó aventó llamas por la boca, al contrario, a pesar de ser blanco puro, es suave, untuoso y elegante .

Comenzamos la aventura probando los tamalitos de frijol con pollo estilo la Huasteca de Veracruz de Patricia Quintana. Pequeños, deliciosos y calientitos, nos supieron a gloria, pues habíamos desayunado poco pensando en las delicias que nos esperaban.

Más tarde, Lila, llegó con otro tamal a tentarnos, el de Margarita Carrillo, este era de elote con hoja santa y costilla de puerco. De mayor tamaño, estaba exquisito… saludamos a la propia chef del restaurante Don Emiliano, tan guapa y alegre, como todos los demás chefs que asistieron.

Esta vez me perdí de la sopa de coco de Mikel Alonso, el mole de carnero de Gustavo Palma, y las muy famosas enchiladas de Alejandro Kuri. Su puesto tenía una fila enorme, me pregunto si por saludarlo a él personalmente, o por sus creaciones que se antojan tanto, ya que una de ellas es la enchilada bañada en nogada y espolvoreada con granos de granada que a todos antoja.

Ruth acababa de probar las pipianadas estilo Papantla de Titita, que es una receta prehispánica. Al mero en escabeche de Cristian Bravo solo lo vi pasar y parecía delicioso, solo que ya no pude mas, y creo que a los que no comemos mucho, no se nos da la revoltura de sabores.

En fin, una de las veces que se me perdió Ruth por los puestos de comida, regresó con las Bombas de frijol con Kobe , creación de Daniel Ovadía. Aquí lo sabroso eran esos pequeños stakes de esta carne japonesa, famosa por darle al ganado mejor trato que a las mujeres de este país, ya no digamos indígenas, sino a todo el género.


Y mientras la probaba, pensé, que si los machistas probaran la carne y se dieran cuenta que está así de sabrosa por el trato que se le da a la res, tal vez reflexionaran y nos trataran mejor, estaríamos radiantes y felices… aunque otra forma de estar en esas condiciones es simplemente, no teniendo a un machista al lado, reflexioné para mis adentros, en una mesa llena de mujeres que no necesitan a un hombre abusador a su lado.

Mi querido Eduardo Osuna, quien lleva el ritmo de esta hazaña, llevó unas carnitas de pato, que aunque las vi pasar, preferí probar los escamoles con nopalitos de Silvia Kurczyc servidos en pequeñas cazuelitas de maíz.

Para cerrar, no podía dejar de probar las creaciones de cacao del maestro José Ramón Castillo, que esta vez sirvió unas quesadillas de chocolate, o más bien eran unas dobladitas y una trufa, que complementé con las mini tartas de Ma. Teresa Ramírez; una de higo con queso crema, otra de dulce de leche y nuez, (que hubiera preferido con la costra de vainilla y no de chocolate), y otra de chocolate blanco y negro en forma del ying-yang.


El café en esta ocasión fue llevado por Starbucks, que me decepcionó por completo. A decir verdad, en este evento siempre desestimas esta parte del cierre de la comida. El café estaba en tambos, y al menos en la estación que yo fui no había café americano, solo Chai Latte que en realidad me gusta… pero esta vez estaba aguado, frío y me desencanto totalmente.

Nos despedimos con el gusto que nos dimos al comer platillos de algunos de los grandes… sobre todo de corazón grande, porque compartir el talento para ayudar a otros, es grande, sí señor.

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