lunes, 17 de agosto de 2009

Buena cava y excelente chef

Mi amiga Aurora tiene excelentes relaciones y me invitó a una cena de presentación del menú de verano del restaurante L´ostería del Becco.

Alguna vez les comenté que este lugar me encanta. Con todas esas cavas de varios tamaños y con ese glamour que lo envuelve, podría parecer que esta es la razón por la que la alta alcurnia de México y los más pudientes lo visitan. Bueno ese ambiente tan especial es obra de su dueño Rolly Pavia, quien es exigente y muy demandante con todos sus empleados.

Pero la verdad de las cosas es que ese glamour y todas esas botellas de la tercera cava mas grande de México, no surtirían el mismo efecto si su Chef Julián Martínez no interpretara tan bien las recetas que Rolly trae desde Italia y se elaboran en su cocina con alta calidad, como las pastas frecas hechas ahí mismo. En fin, esa noche degustamos las sugerencias de verano, acompañadas de vinos blancos y rosados de la Toscana.

La ensalada de fusilli, tomate cherry, albahaca y aceitunas, fue una entrada muy adecuada a la temporada. Luego probamos las vieiras con aceite de añada y sal de mar. Estas son el callo de hacha fresco marinado con esos ingredientes, para este platillo probamos un Pinot Grigio.

Luego llegó el paccheri al ragú de pez espada, que es una pasta en forma de aros que aparenta a los del calamar con el famoso ragú del Chef, pero esta vez con pez espada. Ya había probado otro ragú en este lugar pero este es especial y sólo estará en el menú durante julio y agosto.

Enseguida probamos el tagliolini con erizo y pimienta de café. Este platillo sofisticado que es hecho con erizos de mar frescos que traen directamente al restaurante, tiene un gusto un poco fuerte, es para los paladares aventureros y con gustos intensos. El vino que acompañó este platillo fue un Rosado San Giovese de la Toscana. Por último y maridado con el mismo vino, probamos el bogavante a la pimienta rosa, que para mí fue la estrella de este menú, por ser el de gusto más exquisito y por la naturaleza de su ingrediente principal es el más caro... pues sí, somos de gustos caros, dijimos entre risas Aurora y yo.

Para quitarnos el sabor del último platillo llegó el postre: sorbetes de mandarina, guanábana, durazno y pera al Chianti, con una compota de fresas al balsámico y una Panna Cotta de vainilla.
Oh my! si no fuera por las amigas y el disfrute de estos manjares, cómo sobreviviríamos a lo demás… que es bastante.

Dudas, sugerencias, comentarios al siguiente correo:
demicommensale@yahoo.com.m

Hace 30 tuve 10

Mi querida amiga Ana cumplió años y, en una forma sumamente creativa, tituló su fiesta “hace 30 tuve 10”. Hagan las cuentas y sabrán cuántos cumplió.

Desafortunadamente ese día de su gran fiesta temática yo no pude asistir porque era la graduación de mi hijo… y como el deber y, sobre todo, el amor llama, pues tuve que faltar a su festejo.

Pero nos recuperamos al ir a comer juntas que, ya saben, es la forma ideal para tratar penas y alegrías. Esta vez la llevé a un lugar al que solía ir con mis hijos cuando estaban pequeños: Stuffa.
Como estábamos celebrando los cuatro lustros, pedimos una botella de Asti, de Viña Ioli. Esas burbujas afrutadas nos supieron a gloria, es un vino espumoso muy fácil de tomar porque no es seco… y no es caro.

Pedimos para empezar una ensalada de berros y piñones con laja de parmesano aderezada con aceite de avellana.

Nos encantó acompañada del tradicional pan que te llega calientito en su tabla y con un ajo macho horneado y mantequilla.

Recuerdo que cuando llevaba a mis hijos, el más pequeño podía comer sólo eso. Ana no sabía qué pedir, pero yo le dije que cualquier cosa que ordenara estaría estupenda. Entonces se decidió por uno de mis platillos favoritos, que es el salmón con mantequilla caramelizada. Yo opté por el fetuccini con pato.

Ana no podía creer que nunca hubiera pisado el lugar. –Es que está un poco escondido, pero te digo que tiene años-, le dije, y eso ya es una buena carta de presentación.

Platicamos de su fiesta, de mi vida, de su novio, de mi soledad, de sus hijos, de los míos y… salud y salud con el Asti que pareció durarnos una eternidad. Lo maravilloso de los espumosos es que son acompañantes perfectos para la comida, así que lo disfrutamos tanto con la entrada, como con los platos fuertes y hasta una copa nos alcanzó para el postre.

Nos merecíamos pedir uno para cada quién. Yo el fondante de chocolate con relleno caliente acompañado de una bola de helado de vainilla y Ana los profiteroles rellenos de helado y bañados de jarabe de chocolate.

Todo el tiempo la atención fue de primera, rápida cordial y eficiente.

-¿Un cafecito de Chiapas?, que venga pues, porque ya se nos acabó el Asti.

En sus french press individuales, el café fue un elixir que nos dejó satisfechas. Lo único es que el tiempo de entrega de la cuenta y la factura, desentonan con la excelencia que vivimos toda aquella tarde junto con un desagradable olor a pescado muy fuerte que nos llegó de la cocina casi al salir del lugar. Si corrigen eso, será de mis lugares favoritos por siempre.

Dudas, sugerencias, comentarios al siguiente correo:
demicommensale@yahoo.com.mx

Para el calor, ceviche junto a La Mar

Uno de esos días que hacía calor en verdad, mis amigas Lore y Vero me invitaron a La Mar.
Sus platillos son frescos, ligeros, con un toque especial que su joven chef ha anclado en el gusto de muchos, yo incluida.

Así que ese sábado al mediodía que no teníamos hijos a cargo nos fuimos las tres al lugar. Aún tienen medidas higiénicas. En una forma sutil, encuentras un bote de desinfectante y toallas de papel en su barra de la entrada, junto a la amable hostess. Esa tarde era especialmente calurosa, de esas últimas que nos regaló la primavera antes que llegar las benditas lluvias que ya nos hacían falta…claro ahora nos hace falta un buen drenaje y control de asfalto.

En Fin, Lore pidió una margarita de mango que viene escarchada con chile piquín y limón, una delicia que la puso de muy buen humor, yo tomé un “pepinazo” que era la bebida del día, con vodka suave y Vero quiso una michelada con cerveza obscura.

Aunque los meseros aún llevaban cubrebocas, no nos pareció extraño, ya estamos familiarizadas y parecería que siempre los han usado. Tomamos de los chips de plátano, papa y camote con las salsas y nos preparamos para ordenar.

Al centro, no podía faltar uno de los ceviches, así que elegimos el “compañero” que es de dorado, corte trujillano con leche de tigre blanca y rajitas de habanero y cebolla morada. Lore pidió un huachinango entero a la plancha, para luego estarse peleando toda la tarde con las espinas; en fin fue su gusto. Vero ordenó la pasta La Mar, que es un espagueti a la huachinanga con pulpa de jaiba y camarones a la milanesa. A mí me pareció un espagueti amarillo con buen sabor, no le encontramos la pulpa de jaiba, y sus camarones eran empanizados excelentemente.

Sabrosa la opción, pero ninguna como la mía, un atún a la plancha sobre cama de puré de papas, y encima hilos de camote crocante… delicioso hasta el último trozo.

Y en una de esas que Lore se saca una de las miles de espinas de la boca, le dijimos en son de broma que así como le gusta batallar con el pez entero le gusta hacerse la vida complicada con todo. –Ay no es cierto -dijo-. Pedimos un arroz con leche en mil hojas con compota de fresas y café, en las tacitas en las que no se puede meter el dedo en la oreja… y calladitas nos vimos más bonitas.

Cevichería La Mar
• Juan Salvador Agraz 37, 2do. Piso del edificio Escape. Santa Fe
www.lamarcevicheria.com.mx
Teléfono 52929776

El Lago frente al lago

La semana pasada vino por trabajo mi amiga Claudia, quien vive en provincia, y aprovechamos para cenar juntas. Ella traía la idea de ver el lago de Chapultepec, así que lo ideal era precisamente cenar en el restaurante El Lago.

Después de preguntarnos mil cosas en el camino llegamos a la puerta del lugar. Era martes por la noche y el sitio lucía vacío.

Aunque Claudia quería sentarse al lado del ventanal y sí había disponibles, finalmente nos sentaron en la siguiente hilera, de donde dominábamos la vista de la enorme fuente iluminada.
Un poco oscuro y muy romántico para otra ocasión especial, es El Lago por las noches. Sobre todo los martes y miércoles que es cuando ameniza la velada un grupo musical.
Nos tardamos una eternidad en ver el menú.

Tiene una gran parte de pescados y mariscos, pero Claudia es alérgica a todo lo que huela a mar, así que por solidaridad, yo tampoco pedí el espagueti con mejillones, bisque de langosta y salsa de pulque, o el atún hintextle con salsa de frijol ni otras deliciosuras marinas, sino que compartimos una ensalada de pera y queso gorgonzola con nuez de castilla, para luego pedir cada una los taquitos de Rib eye con tuétano, servidos en tortilla azul, y bañados en crema y queso espolvoreado.

Mmmmm, qué rico cenamos. Y eso que por supuesto que no pedimos sus especialidades, pero cuando en un restaurante puedes pedir cualquier cosa del menú a ojos cerrados y está delicioso, esa es la mejor recomendación.

Saboreábamos nuestros taquitos, chiquitos y refinados cuando de pronto escuché “Barcelona Nights”… y ¡olé! Qué cosa de interpretación de esta linda pieza. –Oiga ¿pusieron un disco o qué?–, le pregunté al mesero, porque literalmente se me puso la piel de gallina. -No, son los del grupo, me dijo. Y en seguida me trajo una tarjeta. Se llama “Latitudes” y tiene su sitio internet www. latitudes.com.mx

Un creme brulé de nuez y una tartin de plátano fueron los postres que nos merecíamos por haber cenado tan ligero. Estaban estupendos, sobre todo la tarta de plátano caramelizada acompañada de helado de vainilla. Nos relajamos con nuestro cafecín de rigor.

-Amiga, a estas alturas ya deberíamos estar en ese plan ¿no?-, le dije mirando a una de las parejas enamoradas y se rió porque me dijo que siendo adictas al trabajo no se puede.
-Tienes razón, y me acordé que algún sábado en la tarde me la encontré en el Messenger y le dije, ¿qué estamos haciendo aquí?, por internet no se consiguen galanes… Y me dijo, yo quiero a un chilango y me quiero venir a vivir acá… la pregunta es ¿anybody there?

Dudas, sugerencias, comentarios al siguiente correo:
demicommensale@yahoo.com.mx

El Lago
• Margen izquierdo del Lago Mayor 2da.Sección del Bosque de Chapultepec.Teléfonos 5515 9585 y 5515 9587. 16 21.05.09

Me fui a comer con mi amiga Paty a 'El 10', restaurante argentino, humildito y carismático...

Mi amiga Paty, a la que le encanta viajar, se fue a Las Vegas en Semana Santa. Como no nos habíamos visto para que me platicara su aventura, nos fuimos a comer a “El 10”, un restaurante argentino, humildito y carismático.

No hay nada como ir a comer a los lugares de centros comerciales entre semana porque, ya lo tengo bien comprobado, los fines de semana son de familias con peques y ese ya no es mi caso ni el de mis amigas del “club”. Y he de aclarar que no sólo es de divorciadas, sino de mujeres libres e independientes que no tenemos el yugo de un hombre.... pero, paradójicamente siempre queremos uno, que reúna los requisitos, claro. Bueno, ya en el lugar ordenamos al centro un queso provoleta “El 10”, que viene con tocino, jitomate y rajas. Es una porción bastante generosa y deliciosa, pues lo sirven doradito por fuera y gratinado por dentro. Ya habíamos pedido el jugo de carne porque a las dos se nos antojó muchísimo y fuimos afortunadas al ordenarlo, estaba espesito, con aceite de oliva, tabasco, maggy y chilito y cebolla picados... ¡qué rico!

Mientras nos traían el Bife de chorizo que íbamos a compartir porque nos pareció que la porción era bastante generosa, Paty me contó lo que le pasó en su viaje. De pronto abrió los ojos y su gesticulación se volvió tal como si reviviera el momento más incómodo de su vida. Resulta que al hacer el check in en la línea aérea, documentan a ella y a una de sus amigas y cuando están por registrar a la tercera, el chico se va del lugar con su pasaporte. -Ya de por sí eso era estresante amiga -dijo Paty-, pensamos que tal vez Lucre tenía algún problema.

Pero resulta que regresa al mostrador con el encargado en turno, y nos dice con tal desenfado que Lucre no puede ir porque pesa mucho. -¿Qué? -le dije casi atragantándome con la carne que acababa de llegar a la mesa. -Le dijo gorda? –No amiga, el hombre argumentó que por el calor se necesitaba mas turbosina y ya no entraría al vuelo ni un alfiler y que Lucre nada más no cabía. Yo me enojé mucho porque en otra ocasión me había pasado lo mismo, y le dije “pues nos vamos las tres y lleven las maletas en otro vuelo”.

Finalmente nos tuvimos qué conformar con irnos cuatro horas más tarde. Mira amiga -le dije-, cosas así suceden, yo trato en esos casos de pensar que “todo pasa por algo”, y así te ahorras el enojo. Mejor vamos a pedir un postre aunque estemos llenas. Con eso relajó el entrecejo. De sus sugerencias se nos antojó el panqueque de dulce y plátano que nos encantó con los cafés americanos de rigor. Fuera del drama de Paty y su viaje a Las Vegas, “El 10” estuvo de 20. Es un hermanito menor del de la Condesa, apenas con seis meses de edad, pero con empuje para durar muchos años.

Es curioso cómo pasan las cosas en la vida...

Yo que nací en Monterrey ahora me considero chilanga y mi amigo Alfonso, que es chilango y ahora vive en Monterrey, vino en viaje de negocios y se hospedó en el Hotel Fiesta Americana, a espaldas de Expo Bancomer.

Era obligado que fuéramos a cenar y pasé por él una noche.

Como estaba enviando unos correos electrónicos subí a su habitación y me encantó. Este hotel está decorado como los mejores del mundo de estilo Zen, muy armonioso; me recordó al hotel en el que estuve en Bangkok.

Pues así me sentía en el interior del Fiesta Americana, y me hizo desear disfrutar aunque fuese un fin de semana en sus instalaciones, con esos enormes almohadones y edredones de pluma y la vista maravillosa de Santa Fe.

Bajamos y caminamos sólo unos pasos para estar en la entrada del restaurante español. Izara es el nombre de un lugarcito de España y tiene manjares como pimientos del piquillo rellenos de mariscos, paella con langostinos, callos a la madrileña o fabada asturiana.

Alfonso ordenó un salmón en espejo de salsa de azafrán, pues además que los pescados y mariscos son la especialidad de la casa, allá en la que ahora es su tierra, la buena carne es cosa de todos los días.

Con nuestras copas de vino rebosando de un Torres de Anguix Crianza, la plática sobre la que fue mi tierra y ahora es de él y la que fue de él y ahora es mía, nos hizo filosofar en cuán fácil es vivir no sólo en cualquier parte del país sino del mundo. Su salmón le encantó, estaba en su punto porque no debe ser demasiado cocido para no quitarle su frescura, pero tampoco debe estar crudo.

Hasta se me hacía agua la boca de cómo lo saboreaba. Pero a la hora de ofrecerme un poco, yo no podía dejar de tener en mi boca el sabor de la jugosa carne de mi cordero al romero.
Acompañado de papas al horno y de mis queridas tortillas de maíz, -a pesar de que no es la usanza española- me supo estupendo, con salsita y el vino… Oh my!, un poco pesado para la noche, dicen, pero la ocasión valía la pena el sentirse un poco llena.

Por una postal del restaurante me di cuenta que sólo porque fuimos en jueves pudimos cenar ahí, ya que de lunes a miércoles Izara abre sólo para comidas.

La noche era ideal. Así que no podíamos dejar de pedir un postre. Compartimos entonces el mousse de tres chocolates sobre espejo de natilla de vainilla y nuestros cafés descafeinados porque al otro día ambos teníamos trabajo.

Me supo delicioso. En verdad que el chef es estupendo y este lugar se ha esforzado en mantenerse vigente porque apenas cumple un año de su apertura. Lindas instalaciones, tranquilo, con excelente servicio, comida y vinos de calidad, ¿qué más se puede pedir?

Izara Restaurante

• Calle 3 No. 55 Col. Lomas de Santa Fe
• Hotel Fiesta AmericanaTeléfonos 5292 5904 y 52925768

Comida asiática...

No sé si les pase a ustedes, pero cuando tenemos ganas de algo “ligero”, se nos antoja comida asiática. Esta vez salí con mis amigas Diana y Carla.

Aunque en la zona hay japoneses o chinos, nosotras hace tiempo que visitábamos con cierta frecuencia el “Asia” del Centro Comercial Santa Fe, y decidimos volver a visitarlo.

Nos estacionamos en el tercer nivel, así que tuvimos que subir las escaleras que están justo junto al Kidzania antes La Ciudad de los Niños… ¡Qué horror!, la fila era larguísima con papás y mamás llevando a sus chicos a pasar una tarde de diversión. Afortunadamente, —pensé—, ya pasé por esa etapa. Hay que tener energía, paciencia, tolerancia, tiempo y tantas cosas más, por eso yo tuve a mis hijos muy joven.

En fin, ya que llegamos al “Asia”, vimos que algunas mesas estaban ocupadas, pero no estaba el lugar abarrotado. Seguimos a nuestro anfitrión y nos sentó justo al lado de dos mesas en donde había niños.

Bueno, no es que me haya hecho una amargada, la verdad adoro a mis pequeñas sobrinas; pero si ven que somos tres mujeres adultas solas, para qué nos sientan junto a las grandes familias que llevan a sus peques... como que no es lo más correcto.

Pedimos un clamato preparado y unos refrescos, Luego, al centro, los Dumplings Asia, que son de camarón con queso crema y chipotle y unos egg rolls de verduras de la huerta.

Las dos entradas nos gustaron mucho. Si por mí fuera, hubiera comido puros dumplings, estaban muy sabrosos y originales con el toque de chipotle, y los egg rolls con su pasta crujiente y sabrosa, te decían que estaban hechos en su cocina con receta original.

Ordenamos un Chen Pi, pollo en salsa picosa agridulce de naranja, cebolla verde y chile y un Hunan, que es el tradicional pollo crujiente con salsa dulce de soya y ajonjolí y aunque se nos antojaban los Noodles con Chowmain, decidimos compartir sólo esos dos al centro, acompañados de un arroz blanco, porque recuerden que queríamos algo ligero y sus porciones son generosas.

Como que a Diana le urge tener un sobrinito o de a tiro conseguirse una pareja y tener un hijo, ya que se la pasó coqueteando con el pequeño que estaba a mi espalda. El, se retorcía con una sonrisa, como con pena, y cuando el papá se dio cuenta, nos dijo —desde chiquito sabe a dónde mirar, en donde están las mujeres guapas—.

Bueno..., eso fue mejor que el postre, pero pronto llegó la gran Isla con fresas y crema de vainilla envinada, nuestros capuchinos. Cuando salíamos del “Asia”, Carla se fija en el carrito de postres que estaba en una mesa y nos dice, -miren, es la tarta de Mamey, la que nos faltó. Tendremos que regresar aunque sea sólo para disfrutar de una rebanada.

Dudas, sugerencias, comentarios al siguiente correo:
demicommensale@yahoo.com.mx