martes, 3 de noviembre de 2009

El apagón y los pastelitos


El último fin de semana de octubre, me quedé conmigo misma en casa en el segundo día de esa semana que no tuvimos luz por 24 horas en toda la colonia. Entonces, puse en práctica una de mis terapias preferidas.


Si se fijaron, dije que “me quedé conmigo” no que me quedé sola, porque he aprendido a disfrutar de esos momentos de quietud que, años atrás, cuando estaba casada no podía tener nunca.

Inclusive, he platicado con algunas amigas del “Club” lo sano que es dejar de ver a los hijos por uno o dos días y que el papá se haga cargo de ellos... cuando son responsables. Y hasta pensamos que las parejas casadas deberían implementar un descanso así, pues es una recarga de pilas formidable.

No pude poner música y había leído que cantar es una increíble terapia antidepresiva, así que con varias velas encendidas, saqué todos los ingredientes para hacer unos de mis pastelillos preferidos. Todo está arreglado para pasar un tiempo conmigo, pensando mientras amaso y horneo… pensando mil cosas solo para mí, y esta vez que no pude escuchar música, cantar o tararear un poco.

Les comparto esta fórmula para momentos nostálgicos (esa tarde- noche, llovía y no tenía luz) y no es que me quiera parecer a “como agua para chocolate”.


- Pastelillos enrollados de piña (de Demi Commensale)
Para 30 piezas
Ingredientes:
4 tazas de harina integral
4 cucharadas soperas rasas de azúcar
½ cucharadita de sal
200 gramos de manteca vegetal
1 frasco de mermelada de piña
-respiraciones profundas, pensamientos varios y tranquilidad, los necesarios.

Tiempo de Preparación 1 hora:
Encender el horno a 240 grados.
Colocar harina, sal y azúcar en un tazón e incorporar ligeramente. Separar ½ taza de esta mezcla y terminar de llenar con agua helada, haciendo un atole suave.

Agregar la manteca a los ingredientes secos, desbaratar e incorporar con las manos. Agregar la mezcla de agua helada y amasar perfectamente. Hacer bolitas medianas.

En la aplanadora para tortillas, y con un plástico para que no se peguen, aplanar cada bolita haciendo tortillas de la masa.

Colocar una media cucharada de mermelada en un extremo, enrollar como taquito (no muy apretado), y sellar perfectamente las puntas.

En la parte lisa del taquito, untar con el dedo un poco de manteca y poner este lado sobre azúcar.
Colocar los pastelillos en una charola sin engrasar. Hornear unos 15 minutos, o hasta que la parte inferior de los pastelillos esté dorada. Para dorar y caramelizar el adorno de azúcar, meter los pastelillos en la parte baja del horno o en la salamandra, para que dore y caramelice.

No guardar en lugar cerrado porque se humedecen, dejar en un recipiente sobre la mesa.

Hacer una gran taza de café y disfrutarlos mientras ves una película o tu programa favorito, si tienes luz.

Estos pastelillos han acompañado mis pensamientos muchas veces mientras los preparo, y luego, me deleitan mientras despejo mi mente y me olvido de preocupaciones frente al televisor … ¡que los disfruten!.

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