jueves, 19 de noviembre de 2009

Una buena amiga y un restaurante peruano


Mi amiga Yolanda es de esas pocas con quienes una cuenta siempre. Sabe ser amiga en las buenas y en las malas y tiene un dicho que me encanta “si tienes tres amigas completas un marido”.


Pues bien, una noche que salimos a cenar y se nos metió la idea que debería ser a un restaurante peruano, llegamos al Astrid y Gastón que está en un segundo piso.

Dispuestas a disfrutar nuestra noche, ordenamos algo de beber y enseguida vimos la carta, aunque el capitán se encargó de hacernos algunas sugerencias y explicaciones muy útiles.


Decidimos compartir un tiradito fusión, que son tiras delgadas de atún, con algo de salsa de soya, chile y miel de maracuyá. Estaba estupendo, pero extrañé las frituras de camote o plátano que te dan en otros lugares. La canasta de pan tenía una gran variedad, de entre el que escogí el de varios granos, mientras que Yola pidió el de huitlacoche con queso, mas tarde pediríamos el de castilla con pepitas, que no se los recomiendo al menos que quieran un pan dulce.

He de decir que este lugar se antoja para ir con un compañero, no con una parte del “marido” que las del “Club” podemos hacer con las amigas… Es romántico, sobre todo en la parte posterior del salón en donde una gran chimenea hace que las siluetas sean misteriosas y sofisticadas.

En fin, nosotras acá, en nuestra realidad, pedimos después una de las sugerencias del Capi. Nos dijo, que el famoso Gastón Acurio, que ha llevado a la cocina peruana alrededor del mundo, siempre pone el cochinillo de tres semanas en su menú porque fue uno de los platillos de su primer restaurante. Entonces aunque no tenía nada qué ver con los ceviches, causas o anticuchos, pues lo ordenamos, junto con una Causa Actual, que son como pequeños pastelillos cilíndricos de papa, con un top de langosta, pescado y aguacate.

El cochinillo, confitado y laqueado, con una costra súper crujiente y muy jugoso y tierno por dentro, resultó maravilloso. Yola disfrutó su Causa y luego las dos compartimos el pastelillo de choclo (elote) con mazamorra, que es un natilla de elote morado con piloncillo, y trozos de fruta… cenar con una amiga es un placer, nos fuimos hasta que cerraron el lugar.

Astrid y Gastón….. Tennyson 117 casi esquina con Mazaryk. Tel. 5282 2489.www.astridygaston.com

jueves, 5 de noviembre de 2009

Chefs al rescate


Ahora que el Presidente propuso el impuesto para ayudar a los pobres, yo me sentí mal. Será porque no le tengo la más mínima confianza no a él, sino a las huestes del poder que supuestamente se dedican a administrar el dinero del país para hacerlo llegar a los mas necesitados.


Me puse a pensar, que confío mucho más en las acciones de tantísimas organizaciones altruistas que ayudan a la gente. Hacen un evento o una subasta y los asistentes cooperan gustosos porque tienen la confianza de que ese dinero, mas seguramente que si se da al gobierno, llegará al destino que se presume.

Por eso el pasado domingo me encaminé a la explanada de la Universidad Anáhuac del Sur, para ser testigo del evento anual de “Chefs al rescate” en donde participan gustosos un grupo de reconocidos chefs de la ciudad, haciendo algunas de sus recetas para que muchos pasemos una tarde deliciosa y a la vez, que es lo más importante, se junte nuestra contribución para ayudar a las mujeres indígenas.

El esfuerzo de estos 12 chefs, junto con la colaboración de los que fuimos a la kermés, se va al cien por ciento y directo a Medicina y Asistencia Social A.C. (5271- 5171, info@mas.org.mx) que ayuda a mas de 200 familias de la zona montañosa de Guerrero mediante programas integrales de salud, nutrición, educación y proyectos productivos para que comercialicen sus creaciones textiles.

Bien, el ambiente es cordial y de fiesta. Yo fui con mi querida amiga Ruth, que como siempre llevaba a otras personas, algunas del extranjero y otras de aquí y nos acomodamos en dos mesas. En la mía, estaba una guapa francesa, hablando un perfecto inglés y español, con una gran bolsa en donde traía algunas copas Ridel y un delicioso tequila recién lanzado llamado Casa Dragones que, a pesar del nombre, nadie que lo probó aventó llamas por la boca, al contrario, a pesar de ser blanco puro, es suave, untuoso y elegante .

Comenzamos la aventura probando los tamalitos de frijol con pollo estilo la Huasteca de Veracruz de Patricia Quintana. Pequeños, deliciosos y calientitos, nos supieron a gloria, pues habíamos desayunado poco pensando en las delicias que nos esperaban.

Más tarde, Lila, llegó con otro tamal a tentarnos, el de Margarita Carrillo, este era de elote con hoja santa y costilla de puerco. De mayor tamaño, estaba exquisito… saludamos a la propia chef del restaurante Don Emiliano, tan guapa y alegre, como todos los demás chefs que asistieron.

Esta vez me perdí de la sopa de coco de Mikel Alonso, el mole de carnero de Gustavo Palma, y las muy famosas enchiladas de Alejandro Kuri. Su puesto tenía una fila enorme, me pregunto si por saludarlo a él personalmente, o por sus creaciones que se antojan tanto, ya que una de ellas es la enchilada bañada en nogada y espolvoreada con granos de granada que a todos antoja.

Ruth acababa de probar las pipianadas estilo Papantla de Titita, que es una receta prehispánica. Al mero en escabeche de Cristian Bravo solo lo vi pasar y parecía delicioso, solo que ya no pude mas, y creo que a los que no comemos mucho, no se nos da la revoltura de sabores.

En fin, una de las veces que se me perdió Ruth por los puestos de comida, regresó con las Bombas de frijol con Kobe , creación de Daniel Ovadía. Aquí lo sabroso eran esos pequeños stakes de esta carne japonesa, famosa por darle al ganado mejor trato que a las mujeres de este país, ya no digamos indígenas, sino a todo el género.


Y mientras la probaba, pensé, que si los machistas probaran la carne y se dieran cuenta que está así de sabrosa por el trato que se le da a la res, tal vez reflexionaran y nos trataran mejor, estaríamos radiantes y felices… aunque otra forma de estar en esas condiciones es simplemente, no teniendo a un machista al lado, reflexioné para mis adentros, en una mesa llena de mujeres que no necesitan a un hombre abusador a su lado.

Mi querido Eduardo Osuna, quien lleva el ritmo de esta hazaña, llevó unas carnitas de pato, que aunque las vi pasar, preferí probar los escamoles con nopalitos de Silvia Kurczyc servidos en pequeñas cazuelitas de maíz.

Para cerrar, no podía dejar de probar las creaciones de cacao del maestro José Ramón Castillo, que esta vez sirvió unas quesadillas de chocolate, o más bien eran unas dobladitas y una trufa, que complementé con las mini tartas de Ma. Teresa Ramírez; una de higo con queso crema, otra de dulce de leche y nuez, (que hubiera preferido con la costra de vainilla y no de chocolate), y otra de chocolate blanco y negro en forma del ying-yang.


El café en esta ocasión fue llevado por Starbucks, que me decepcionó por completo. A decir verdad, en este evento siempre desestimas esta parte del cierre de la comida. El café estaba en tambos, y al menos en la estación que yo fui no había café americano, solo Chai Latte que en realidad me gusta… pero esta vez estaba aguado, frío y me desencanto totalmente.

Nos despedimos con el gusto que nos dimos al comer platillos de algunos de los grandes… sobre todo de corazón grande, porque compartir el talento para ayudar a otros, es grande, sí señor.

martes, 3 de noviembre de 2009

El apagón y los pastelitos


El último fin de semana de octubre, me quedé conmigo misma en casa en el segundo día de esa semana que no tuvimos luz por 24 horas en toda la colonia. Entonces, puse en práctica una de mis terapias preferidas.


Si se fijaron, dije que “me quedé conmigo” no que me quedé sola, porque he aprendido a disfrutar de esos momentos de quietud que, años atrás, cuando estaba casada no podía tener nunca.

Inclusive, he platicado con algunas amigas del “Club” lo sano que es dejar de ver a los hijos por uno o dos días y que el papá se haga cargo de ellos... cuando son responsables. Y hasta pensamos que las parejas casadas deberían implementar un descanso así, pues es una recarga de pilas formidable.

No pude poner música y había leído que cantar es una increíble terapia antidepresiva, así que con varias velas encendidas, saqué todos los ingredientes para hacer unos de mis pastelillos preferidos. Todo está arreglado para pasar un tiempo conmigo, pensando mientras amaso y horneo… pensando mil cosas solo para mí, y esta vez que no pude escuchar música, cantar o tararear un poco.

Les comparto esta fórmula para momentos nostálgicos (esa tarde- noche, llovía y no tenía luz) y no es que me quiera parecer a “como agua para chocolate”.


- Pastelillos enrollados de piña (de Demi Commensale)
Para 30 piezas
Ingredientes:
4 tazas de harina integral
4 cucharadas soperas rasas de azúcar
½ cucharadita de sal
200 gramos de manteca vegetal
1 frasco de mermelada de piña
-respiraciones profundas, pensamientos varios y tranquilidad, los necesarios.

Tiempo de Preparación 1 hora:
Encender el horno a 240 grados.
Colocar harina, sal y azúcar en un tazón e incorporar ligeramente. Separar ½ taza de esta mezcla y terminar de llenar con agua helada, haciendo un atole suave.

Agregar la manteca a los ingredientes secos, desbaratar e incorporar con las manos. Agregar la mezcla de agua helada y amasar perfectamente. Hacer bolitas medianas.

En la aplanadora para tortillas, y con un plástico para que no se peguen, aplanar cada bolita haciendo tortillas de la masa.

Colocar una media cucharada de mermelada en un extremo, enrollar como taquito (no muy apretado), y sellar perfectamente las puntas.

En la parte lisa del taquito, untar con el dedo un poco de manteca y poner este lado sobre azúcar.
Colocar los pastelillos en una charola sin engrasar. Hornear unos 15 minutos, o hasta que la parte inferior de los pastelillos esté dorada. Para dorar y caramelizar el adorno de azúcar, meter los pastelillos en la parte baja del horno o en la salamandra, para que dore y caramelice.

No guardar en lugar cerrado porque se humedecen, dejar en un recipiente sobre la mesa.

Hacer una gran taza de café y disfrutarlos mientras ves una película o tu programa favorito, si tienes luz.

Estos pastelillos han acompañado mis pensamientos muchas veces mientras los preparo, y luego, me deleitan mientras despejo mi mente y me olvido de preocupaciones frente al televisor … ¡que los disfruten!.